Tierra de dragones
El amanecer traía
aromas a resinas y clorofila. La melodía que flotaba en el aire remitía a Peace of the Wood de Edvar Grieg.
Siegfried dejó de tocar la flauta. Algo se arrastraba dentro de la caverna.
Se agachó y tomó a Northung, la espada
mítica que perteneciera a Sigmund,
con las dos manos por su enorme empuñadura. En la etapa nocturna Mime intento amedrentarlo hablando de la
triple hilera de dientes, del hedor infernal, de las escamas aceradas y de las
llamas en las fauces del dragón. A él sólo le importaba un detalle: dónde
estaba el corazón de Fafner.
Sabía que tenía
una sola oportunidad ante aquel engendro, pero Siegfried ignoraba lo que era el miedo. Mientras la bestia agitaba
sus alas y tiraba su cuerpo hacía atrás, preparándose para exhalar su aliento
mortal, el guerrero dio dos pasos al frente y se lanzó sobre el vientre
desprotegido. Fafner lanzó un agudo
grito antes de desplomarse a los pies de Siegfried.
La hoja del arma le había atravesado limpiamente el corazón.
Hundió sus manos en
la sangre espesa y se la pasó por el pecho. Por su cuello, por los brazos y los
muslos. Estaba por untarse otras partes de su cuerpo cuando vio las llamas. A
la derecha de la entrada de la cueva había una roca tornasolada. Sobre ella
aparecieron unas lenguas de fuego. Luego, en un idioma extranjero, se dibujaron
unas letras ígneas: EXCEEDED TIME LIMIT.
Siegfried se arrancó con furia el yelmo
que le cubría la cabeza. Luego se sacó los guantes y los sensores de la
armadura en su pecho.
—¡No es justo!
—increpó al hombre sentado detrás de la consola— ¡Estaba llegando al último
nivel! Ahora era invulnerable, iba por el anillo y el oro, por mí amada Brunilda y por la batalla en el Valhalla…
—Lo siento
Sigfrido, te quedaste sin crédito
5 comentarios:
👏👏
👏
BUENASO EL FINAL
BUENÍSIMO!
Buenísimo, fantasía épica y videojuegos, no me esperaba el final
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