Las trampas estaban
intactas. Era raro. Las había puesto hacía más de una semana. Tal vez los
lugareños tuvieran razón después de todo; quizá aquello no fuera un lobo. Por
el tamaño de las huellas se asemejaba más a un oso. De hecho, las trampas eran
para osos. Un enorme doble arco dentado oculto bajo una tupida capa de
hojarasca y ramas que se cerraría sobre la pata del animal. Si aquello no daba
resultado tendría que recurrir a un método más expeditivo. Saldría a rastrearlo
con sus mastines. Con el T / C G2 Contender con abundante munición del 20.2,
además de un cuchillo de caza con mango de asta.
Pero primero dispondría
una jaula con algún tipo de carnada. Un cabrito dentro del encierro con una
puerta que se sellaba una vez que la presa se introducía en él. Tendría que ser
una jaula muy grande.
El ruido vino de sus
espaldas. Cometió un error de principiante. Al retroceder puso su pie en la
trampa. La dentellada metal le quebró la tibia y el peroné.
Ciertamente, aquello no
era un oso.
3 comentarios:
Genio!! Saludos
Muy buena esta.
Saludos!!! ADELANTE!!
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