Mundo de cromo
“Y la distancia se abrirá/y desde la luz volará/cónica
y rauda flecha/acariciando mis días de silencio
días de silencio, días de silencio.”
(“Días de silencio” Luis. A. Spinetta de
“Mondo di cromo”)
—“¿Dónde demonios estaba Dios cuando todo se fue al
diablo? ¿Echando a suertes nuestra suerte?” —sabía que era inútil quejarse,
pero tampoco era tiempo de plegarias.
Si encorvaba algo
mi cuello podía ver el agujero azulado en el centro de mi pecho. Desde las
luces sobre mi cabeza bajaban cientos de cañerías que se introducían en algún
punto de lo que quedaba de mi cuerpo. Algunos tubos llevaban sustancias que me
mantenían con vida, otros me alimentaban y los restantes me daban una falsa
sensación de bienestar.
El viento
entreabrió parte de la tela de la carpa que servía de quirófano de campaña.
Afuera había cientos de toldos agitados por un viento cálido y rojizo que
recordaba al Sirocco, ese céfiro ardiente y arenoso que llegaba de África
hasta más allá de la Cerdeña. Este soplo traía arenisca y radiaciones en partes
iguales.
Una voz metálica
comenzó el conteo para realizar la operación, Toda la sala de intervenciones estaba
robotizada. Eran máquinas que dirigían otras máquinas. Sus eficientes brazos
hidráulicos colocaron en posición una especie de armadura que pasaría a formar
parte de mi organismo. O viceversa.
Una vez concluida
aquella manipulación de ingeniería biónica estaría listo para volver al
combate. Pero con una ligera diferencia; estaría en el bando que iba ganando.
5 comentarios:
Muy bello Ricardo! A seguir adelante con esa pasión de caminos hacia todas partes.
No abandones tu sueño Ricardo, tenés un talento enorme!
Hermoso escrito.
Excelente!
Me encantan esta clase de relatos, ¡Gracias por compartirlo!
Publicar un comentario