—¡Bien! ¡Bien! ¡No me hace
daño!... jab, jab… izquierda, izquierda y derecha ¡Así! ¡Así! Uno dos. Otro uno
dos. Ahora: cintura… cintura. ¡Ya es mío! Recto… recto… no tengo que dejar que
se venga. ¡Gancho al hígado! Otro hoock, y otro más ¿Te dolió hijo de puta?
¡Eso no es nada! Soy tu peor pesadilla. Cuándo pienses de nuevo en mi sentirás
dolor. ¡Dolor! ¡Bendito dolor! ¿Querés más bastardo? ¡Me pega! ¡El desgraciado
me pega! Pero no me hace daño. No me puede dañar. ¡Yo si!... jab, jab… upercut
y recto… cintura y palanca… salgo para un costado y luego para el otro. Del
rincón gritan algo que no entiendo. ¿No ven que estoy ganando? ¿Defensa? ¡Están
locos! Ataque… eso necesita este mal nacido. Sentir el poder de mis manos.
Hoock al hígado… paso atrás. Ya terminamos. No le queda tiempo ¡Le gano! ¡Le
estoy ganando!
—¿Vamos
campeón?
El
hombre de blanco comenzó a empujar la silla de ruedas hacia el edificio en
silencio.
1 comentario:
Es la realidad de tantos boxeadores que no supieron colgar a tiempo sus guantes. grandes campeones arruinados y olvidados
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