La
lluvia golpetea en la ventana. Mientras la angustia sube por la garganta.
No
existe forma elegante de decir adiós.
Recuerdo
aquellos momentos vividos. ¿La quiero dejar? ¿Por aquella pelea en la lluvia?
¿Por algo más?
Todo
y nada. Simplemente ya tenía que acabar.
—¿Mucha
espera? —la
voz suave.
Miré
su rostro rubicundo. Su cuello y sus hombros. Pronto serían recuerdo.
—Su
café, señorita—se acercó el mozo.
Me
miró sin sospechar nada.
—
Amor ¿Qué me tenías que decir?
Solero
sin mangas. Cabello suelto. Sus piernas cruzadas.
Inventario
del alma. Imágenes que desenvolvería una tarde gris de agosto.
—Parece
que no vas hablar—dijo con un mohín de desconcierto.
—No,
cielito—le dije—, tal vez en otro momento ¿Estás libre esta tarde?
—Si.
—¡Mozo!
¡La cuenta!
Tal
vez en otro momento.
Apuré
lo que quedaba en el pocillo.
1 comentario:
Muy bueno! ✨
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