Silvi dice:
—Mmm
Quede
pensativo. La duda que me atenazaba desde hacía algún tiempo comenzó a rondar
mi mente.
Silvi dice:
—¿Estás
ahí?
Tenía
que ganar algo de tiempo.
Ricky
dice:
—Si
estoy al teléfono ¿Esperas?
Silvi dice:
—Si
—¿Cómo
me había dicho Rubén?
Si
tenía dudas de la existencia real de mi interlocutor, debía escribir un
insulto. Las inteligencias artificiales no logran conocer su significado.
Confunden sus ideas.
La
pregunta era: ¿Y si estaba errado? ¿Si realmente estaba wasapeando con una
persona de existencia real? ¿Cómo arreglaba el tema de la injuria?
Otro
dilema es sobre las relaciones interpersonales. Se habían creado lazos de
afecto con mis interlocutores. La mayoría éramos seres sensibles y algo
solitarios. Llenábamos parte de nuestras carencias con esas charlas virtuales.
Rubén
sabía que yo escribía, y de una mente más pragmática y sencilla, me había
dicho:
—Supongamos
que en uno de esos sitios dónde vos escribís, el tipo sea una especie de
delincuente. Vos ponés tus cuentos ahí y él tiene tus ideas para
desarrollarlas, por nada. Puede escribir un libro con los cuentos tuyos y las
poesías de otros. Llenarse de plata.
—No
Rubén… no funciona de esa manera. Yo estoy en contacto con otros muchos
escritores que publican sus trabajos. Es algo serio y probado.
—¿Y
vos conoces a esos otros escritores?
—¡Claro!
Todos los días wasapeo con alguno…
—¿Y
qué aspecto tienen?
Esa
fue mi primera duda.
—Bueno,
la mayoría ponen fotos, no usan la cam…
—Si
claro—arremetió Carlos— ¿Y el mic? ¿Conversaciones por micrófono?
—No,
uno o dos, la mayoría escribe…
—¿Qué
si yo soy un poco esquizofrénico y se me da por crear algunas de mis
personalidades? ¿Quién controla eso? ¡Pensá! Un tipo puede tener tendencias
homosexuales y crear su imagen femenina. Solo abrís una cuenta de correo con un
nombre ficticio y…
—No
creo que alguien sea tan retorcido, lo que pasa es que el perfil debe ser de
personas retraídas, que no gustan de mostrar su intimidad ni su imagen.
—Te
informo algo—Rubén era muy tenaz en las discusiones—, hay programas de
inteligencia artificial. Un programador puede crear una página literaria. De hecho,
usan un programa para hacer el mailing y captar los escritores para que
publiquen. Usan programas para saber tus gustos y venderte cosas. Ese mismo
programa crea “replicantes”. ¿Te acordás de Blade runner?
—La
película de Harrison Ford…
—Exactamente,
solo que aquí crean un programa con características humanas, con su propia
personalidad y psicología. Estas aplicaciones “crean” música y libros.
—¿Y
con que objeto?
—En
tu caso específico sacarte información ¿Intercambiaste escritos con los otros
escritores con que wasapeas?
—Si.
—¿Qué
seguridad tenés que este tipo no publicó ya un libro con tus cuentos firmados
por él? ¿No notaste algo raro cuándo te conectas con esta gente?
—¿Por
ejemplo?
—Alguna
frase recurrente entre ellos. Por ejemplo: mmm, o sip, o ya. ¡No se! Algo…
Si,
algo había sospechado desde el comienzo. Esas formas de expresión se repetían,
No importaba que mi interlocutor estuviera en Colombia, España, Puerto Rico,
Canadá o Sri Lanka. Otro detalle es que pese a repetirse, trataban de
diferenciarse de otra manera. El tamaño y color de las letras o los íconos
gestuales. En un principio pensé que era una forma de comunicación de uso
universal. Pero por lo general estás expresiones aparecían cuándo se
involucraba algo difícil de manejar para una máquina. Cuando se hablaba de
sentimientos. De cosas intangibles. Abstractas.
Y
aquí estábamos con Silvi
—Mmm
Yo
había dicho:
—
“Esta mañana salí a pasear. La humedad del rocío me caló muy hondo en mi alma.
Creo que se me ha enfermado”.
Entonces
apareció el: mmm casi eterno. Y mi duda.
Silvi dice:
—¿Todavía?
Ricky
dice:
—¡¿Por
qué mierda no te dejás de joder de una vez?!
¡No!
No podía hacerlo. Solo yo sé cuánto la quiero y necesito. Solo yo sé cuántas
noches de hastío transformó Silvi en dicha y placer. Durante algunos
instantes pasé el dedo sobre “eliminar contacto”. Miré la pantalla dónde estaba
escrito el mensaje. Una presión del dedo y eliminaba de mi vida esa duda que me
carcomía.
Ricky dice:
—Un
minuto
Silvi dice:
—¿Con
quién estás?
¿Podía
un programa de computación celar? ¿Podía emular el comportamiento humano hasta
tal punto? Sea lo que fuere, ya no podía prescindir de su compañía.
Ricky
dice:
—Ya
estoy ¿En que habíamos quedado?
Silvi dice:
—En
lo del rocío y tu alma enferma.
1 comentario:
Me encantó!
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